viernes, 6 de febrero de 2015

DONDE SE ESCONDE LA PAZ

La nieve trae reflexiones extrañas. Como todos los años, en el colegio se ha celebrado el día de la Paz y la No Violencia.  Cada curso ha manifestado y expresado su visión del concepto y no he podido evitar preguntarme ¿Dónde se esconde la paz que es tan esquiva?.  La respuesta, como siempre, acompañada de una gran lección, vino de los más pequeños.
  La paz se esconde en los corazones y crece según la alimentemos, como en la leyenda de los lobos. Se esconde en cada momento en el que nos reímos de nosotros mismos, como cuando nos equivocamos y rectificamos con buen humor, se esconde cuando de una vez admitimos que todos somos útiles.   Está oculta en cada mirada, en cada gesto de ayuda.  En un abrazo espontáneo de alguien  que lleva tiempo enfermo y vuelve a clase. En la pena tras la pelea y la alegría tras el perdón.  En ver a un compañero o compañera triste e ir a abrazarlo.  Aparece cuando una nota con un dibujo pasa de una mano a otra para expresar simpatía, cuando somos capaces de compartir sin que nos lo pidan. En trabajar todos juntos.  Son esos momentos que, como una grandísima compañera me dice, se asemejan a experiencias extrasensoriales. El instante perfecto.
 En ningún momento esperé, y hablo a título personal la respuesta tan coherente y generosa que los pequeños han tenido respecto al control de los sentimientos, cómo con sus palabras y sus ideas, tan concretas y tan sabias, han asimilado que das lo que recibes, y que si en tu interior hay honestidad y generosidad, eso es lo que prevalecerá, aunque en muchísimas ocasiones tengamos que luchar contra las contradicciones que nos rodean y los sentimientos oscuros que nos intentan devorar. También han comprendido que no es vergonzoso admitir que muchas veces nos dejamos llevar por la oscuridad , pero que no por eso ha de vencernos, así que han decidido que simplemente no van a alimentar los sentimientos negativos  cuando aparezcan.
 Con una explicación simple e imaginativa que soy incapaz de transcribir, me han demostrado que dentro de cada uno de ellos existe una fuerza impresionante, un caudal imparable si los mayores somos capaces de encauzarlo.  Así que ahora es el momento de la autocrítica. Enseñar es algo más que transmitir; consiste en  dar lo mejor de cada uno cada día, porque es el alimento que llega a muchas mentes y corazones, y aunque creamos que todo cae en el olvido, el cariño verdadero, el esfuerzo genuino  y el ejemplo, serán un recuerdo permanente y la base para que, en el futuro,  grandes personas luchen por un mundo mejor.
Si en la tierra del viento descubrí que otra forma es posible, hoy he encontrado el escondite de la paz. Pequeños, no sois grandes, sois enormes.
Feliz día de la paz, que por vosotros, nunca olvidaré.


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